La realidad llama a la puerta, de la fiesta progresista

Por: Gustavo Silveira

El gobierno ha subido el gasto en funcionamiento y en personal desde que asumió, Astori sabía que precisaba este ajuste fiscal para sostenerlo, pero parece que no se dio cuenta de que sus gastos, iban a generar inflación. A título de ejemplo, tomemos el análisis hecho por el senador Alfie de las cifras a diciembre de 2006 de la ONSC: ¡el gobierno ha tomado cinco funcionarios públicos nuevos por hora, desde que asumió! No Ya no se contiene el gasto como antes, aunque la plata la ponen los giles de siempre (y parece que ahora, más que antes). Si uno cuenta las horas en que han estado abiertas las oficinas públicas y los nuevos empleados públicos, descontando el montón de funcionarios que se jubilaron, da que entró un empleado nuevo cada doce minutos. Muy simpático, sino fuera que usted tiene que pagar la fiesta. Y estos son los datos acumulados sólo al 2006.

Ni que hablar del dinero que se pagó para vender Pluna, 28 millones de dólares, o los otros tantos millones que costó comprarle a Texaco las Estaciones de Servicio. Conste que tampoco quiero mencionar la inexplicada venta de empresas en Argentina sin licitación, donde vaya a saber quién se benefició. En fin, si uno suma, ve que la plata del contribuyente ya no se cuida y ha servido de comburente esencial en los fuegos artificiales del festejo frentista.
Para peor, la política salarial que impone el gobierno, es vieja, ineficiente e ineficaz, generadora por sí misma de inflación, aunque no la hubiera. Es un diseño gastado que genera un agujero en el bolsillo del obrero, por el cual se le cae buena parte de lo que recibe, lo engaña como a un niño y lo entrega a la inflación; solo que al obrero no le sacan un caramelo, sino el fruto de su sudor.

Además, en el diseño del ajuste fiscal (llamado reforma tributaria) se le pone un siete y medio de aporte patronal a todos los productos fabricados en Uruguay, se castiga la industria por usar mano de obra, poniendo un impuesto al que contrata un nuevo empleado. Lo mismo se le hace al agro (su antiguo país productivo). Encarecen los costos de producción primaria e industriales y no se ve que eso termina trasladándose el precio que paga el consumidor del mercado interno, es decir usted, pues el mercado de exportación puede elegir no pagarlo. A más mano de obra, más caro el producto y por tanto, más inflación. Si vemos su efecto en los costos de los insumos industriales nacionales, asusta, pues encarece en cascada los costos finales.

De política energética, mejor ni hablemos (es mejor reír, que llorar). Ningún gobierno puede manejar el precio del petróleo, ni el clima y por eso (entre otros respetos),  debe manejarse con prudencia, austeridad y sensatez en sus gastos.

Si meten cinco nuevos empleados por hora, si pagan para vender una empresa, si compran estaciones de servicio antes que el dueño abandone el negocio, si  regalan cánones del gas, si venden empresas en secreto y, si para colmo vuelven a poner impuestos al trabajo, cuando llegue cualquier invierno, le va a pasar como a la cigarra. Patinaron la plata, bailando sobre la Constitución y festejando con “champán” pero… llegó el invierno, como siempre, con la suba del petróleo y bajas temperaturas, los agarra sin haber hecho los ahorros necesarios para enfrentar decentemente la situación y nos condena a todos, a padecer su suerte. La culpa no es del invierno, la culpa es de la chicharra frentista que nos gobierna y su festejo. Bueno, esperando haber hecho algo para contribuir al final de esta fiesta, llamando al gobierno a la realidad, el que arriba suscribe saluda a nuestros lectores...desde "El Baño del Papa".