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El cambiante rostro de la emigración en el Uruguay

Por: María Belén González

 

La emigración es un fenómeno que “sacude y cuestiona” a la sociedad uruguaya. No hay nadie que no tenga un amigo o un familiar que se haya ido a mejorar su situación social o económica en el exterior; también mucha gente ha pensado alguna vez en irse.

En la  década del 70, el Uruguay tuvo sin lugar a duda el pico emigratorio más alto de la historia del país. Los destinos elegidos eran en primer lugar Argentina, luego Estados Unidos y Australia, seguido de España, Brasil y Venezuela. Las razones para abandonar el país fueron por motivos ideológicos, oponiéndose a la dictadura militar,  por no poder trabajar en el país debido a las proscripciones, o por motivos económicos. Los uruguayos se iban buscando otros países donde poder trabajar y mejorar sus perspectivas de vida.
               

En los 80, para algunos estudiosos del tema es la década perdida, este período es significativo porque  fue legalizada buena parte de la oposición política, y el esfuerzo de los militares por construir una “nueva sociedad”  había fracasado. El boom económico llega a su fin y se da nuevamente un pico emigratorio asociado como el anterior a la crisis económica y social. Los destinos elegidos son prácticamente los mismos que en la década anterior. Estados Unidos, Australia y España.
               

Durante la administración del presidente Sanquinetti, se crea una Comisión presidida por Victor Vaillant, entonces perteneciente al Partido Colorado,  para promover la vuelta de los emigrados. Muchos vuelven, mayoritariamente los que se fueron por causas políticas, pero la mayoría opta por quedarse en el exterior. Estudios realizados nos dicen que en estas décadas se fueron obreros industriales y profesionales. Durante la década del 90 no hubo una emigración significativa, pero durante el 2002, en la peor crisis económica que tuvo el país, crece significativamente el pico migratorio. Las mecas de Emigración son España y Estados Unidos y se van menos obreros y profesionales y más trabajadores vinculados al área servicios, restaurantes y hoteles.
               

La emigración en el Uruguay se puede tomar como un indicador de  crisis económica,  es por esto que hacia el año 2004 disminuye sustancialmente el promedio de gente que se va del país, y así sucede en todos los períodos que hemos descrito anteriormente.

Hoy, Uruguay se encuentra junto con sus vecinos de la región en una época de bonanza económica, sin embargo, durante el 2005 emigraron casi 8.000 personas, subiendo a 17.000 en 2006 y las cifras indican alrededor de 24.000 en la primer mitad de 2007. ¿Qué es lo que está pasando hoy en nuestro país? ¿Porqué se nos están yendo al exterior nuestros jóvenes, nuestros mejores profesionales, hombres y mujeres de 40 a 50 años?
               

Para el Senador Alfie “la confianza en el futuro no parece ser un valor asumido por los agentes económicos” “Llama poderosamente la atención que en un período de fuerte expansión económica la gente se vaya y a ritmo creciente. Una explicación que ensayó el sociólogo Pablo Mieres es que Uruguay ya no compite consigo mismo, sino con el mundo entero. Sería válida si fuera una situación novedosa, o sea, si antes sólo los factores internos influían y ahora ya no. Desde mi óptica no es así. Hace buen tiempo que, en un mundo cada vez más interconectado y donde la información fluye muy rápido, la comparación siempre es relativa con el mundo y no consigo mismo. Pese a ello normalmente la gente suele quedarse en épocas de vacas gordas. Pocos están dispuestos a arriesgar si las cosas van mejorando. No parece ser la situación de Uruguay” . Se calcula que más de trescientos mil uruguayos están viviendo en el exterior, cantidad similar a la de los años del régimen militar; y coloca a Uruguay entre los cuatro países de Latinoamérica de mayor emigración detrás del El Salvador,  Cuba y Paraguay.

El promedio de “emigrados” tiene por lo menos diez años de estudio, y equivalen al 10% de la población económicamente activa del país. Si bien no existen datos estadísticos de quienes se van hoy, sabemos algunas cosas. Una de las grandes causas de emigración de los jóvenes se debe a las expectativas que han puesto en la educación como medio de movilidad social, esto se ha visto frustrado debido a la falta de empleo del país, en contraposición de la demanda de los piases desarrolladas que estimulan la inmigración selectiva, o sea, personas que le interesan específicamente por su tarea o formación debido a factores internos, los cuales  tienen un saldo negativo de los mismos, para eso recurren a la emigración selectiva, como medio de satisfacer sus necesidades. Si bien generalmente hacia esos países emigran personas de diversas tareas, dan facilidades especiales a esas necesidades especificas, como por ejemplo, a la llegada al país empleo inmediato, ciudadanía, contratos por año, etc.

Además emigran los jóvenes más capacitados, la mayoría con nivel terciario, cursos técnicos y experiencia laboral, edad ideal para emprender proyectos y capacidad intelectual idónea para los mismos. Si estos datos los cruzamos con los nacimientos, vemos un futuro aún menos prometedor, porque desde hace tres décadas largas los nacimientos se concentran en la franja más pobre, casi marginal, de la población; la sociedad se vacía de gente con valores y cultura de las capas medias, mientras crece el segmento nacido, criado y educado en la pobreza o en la indigencia, pero sobre esto profundizaremos la próxima edición. Si bien no existen datos fiables, sabemos que se van adultos, casi todos profesionales con carreras exitosas o con buen empleo o tareas gerenciales, todos con entre 40 y 50 años de edad. Sin lugar a duda son datos preocupantes.

El actual Gobierno, parece más preocupado en mostrar que España no recibe uruguayos que en diseñar políticas para que Uruguay sea de nuevo atractivo los propios uruguayos y para el resto del mundo. Como decía el senador Alfie el lunes pasado, el futuro puede ser venturoso, pero debemos tomar las medidas ya, el mundo va en tren bala y nosotros nos sentamos a esperar el de AFE.
¿Acaso no tendríamos que detenernos a pensar y construir entre todos una verdadera política demográfica? Este sector político piensa que si y está dispuesto a trabajar en ello.


Senador Isaac Alfie – “Sobre luces,  sombras y emigración” – Suplemento Economía y Mercado – Diario El País, lunes 6 de agosto de 2007.

Ídem.

 

 
 
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